jueves, 23 de enero de 2014

Durante décadas, la vida que hemos conocido los que ahora habitamos el mundo, ya seamos ancianos o jóvenes, se ha visto imperceptiblemente marcada por algo que pertenece ya al día a día pero que no puede renunciar a su carácter extraordinario : las fotografías.
Y la mayoría de las fotografías de nuestra vida proviene no de cámaras profesionales, sino de cámaras de uso básico o simplificado que cualquiera podíamos usar, para captar los detalles de ese momento que de otra forma se hubieran perdido en el olvido para siempre. Durante  más de cien años, esas humildes cámaras relegadas a un cajón o a un armario tras sus momentos de gloria han captado ese cumpleaños, esa excursión, ese viaje, esos amigos. Miles de poses y de sonrisas después, quedan tristes y olvidadas al no poder competir con sus hermanas mayores, las cámaras caras y profesionales que encajan mejor el paso del tiempo.
En estos momentos en que la fotografía foto-química vive sus últimos suspiros, quiero dedicar este blog a todas esas cámaras, sin importar si fueron baratas o caras o si fueron un regalo de aquella marca de jabón o chocolatinas. Gracias por aquellas fotos, porque nuestra vida no sería igual sin aquellos innumerables recuerdos estampados en los álbumes que de cuando en cuando tengo el placer de desempolvar. Poder recordar a amigos, familia, celebraciones y buenos momentos no sería posible sin vosotras. Vuestras hermanas las digitales nunca sabrán qué se siente al girar las ruedas y engranajes en el interior, ni al posarse la luz sobre un trozo de negativo.
A vosotras dedico este blog, con mi mejor sonrisa, esta vez sólo para vosotras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario